Jovel 31 de diciembre de 2024.
ENCUENTRO DE RESISTENCIAS Y REBELDÍAS, A 31 AÑOS DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN
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“Lo urgente, lo necesario es parar la guerra pero quizás comienza a germinar la semilla de otro mundo y quizás en esa semilla aparezca el árbol de la libertad” Capitán insurgente.
A 31 años del inicio del levantamiento armado Zapatista, se llevó a cabo en la ciudad de San Cristóbal De Las Casas, Chiapas, El Encuentro Internacional de Resistencias y Rebeldías en el CIDECI UNITIERRA los días 28, 29 y 30 de diciembre del presente año. Este encuentro reunió a individualidades y colectivos del territorio ocupado por el estado Mexicano y del mundo, simpatizantes y adherentes a la sexta declaración de la selva lacandona. Académicos, activistas, militantes y organizaciones se encontraron para escuchar durante estos tres días la palabra de lxs compañerxs e invitados a las mesas.
Las dos primeras mesas se denominaron “La tormenta, el crimen, el verdugo y las víctimas” para seguir con la mesa de “La Cofa del Vigía: Un larga vista hacia el ayer”, la mesa “Rebeldía y Resistencia Zapatistas” y las dos partes de la mesa “Genealogía del Común Zapatista”. A través de la voz de algunxs de lxs invitadxs, las dos mesas del crimen y el verdugo esbozaron el panorama actual de este territorio abordando las diversas problemáticas y la catástrofe que se vive en la actualidad.
La primera parte a cargo del capitán insurgente Marcos inició con una reflexión en torno a la rapidez con la que se están transformando las condiciones del mundo, a la velocidad de la comunicación y de las redes sociales y la forma en la que estas dinámicas van destruyendo la memoria a corto plazo, así como la subyugación de las minorías ante el avance de los estados totalitarios y la naturaleza imparable de los sistemas tecnodigitales, de la guerra de aniquilamiento como lo que sucede en Palestina, Putin y Trump en el poder, el crimen organizado, la inteligootencia artificial, el tren maya, las pandemias, los viajes turísticos al espacio, megaproyectos, desapariciones, feminicidios, “para cada hecho un olvido, esto es la religión de la desmemoria”.
Las reflexiones de la “La tormenta, el crimen, el verdugo y las víctimas” apuntaron a señalar las condiciones sociales, políticas y ambientales a lo largo de todo el territorio, a su vez, fueron una invitación a voltear a ver las luchas que resisten al avance del capitalismo y su necropolítica. Un ejemplo de ello, es la destrucción que representan los modelos extractivos en los territorios que resguardan los pueblos originarios, esta defensa ha costado la vida a defensorxs del ambientales, así como la devastación de la flora y la fauna y en su conjunto de los ecosistemas, con la consecuente ruptura del tejido social y fragmentación cultural.
La explotación de los bienes naturales aunado a los megaproyectos que forman parte de tratados internacionales de libre comercio configuran nuevas realidades basadas en el despojo y los éxodos migratorios por conflictos armados en las comunidades, en este
contexto, la vulneración de personas en situación de movilidad ha aumentado y se ha convertido en un negoció para las distintas redes del crimen organizado. En las ciudades por su parte, el reordenamiento territorial también cumple la función de despojo.
La apertura de nuevas rutas comerciales por otro lado, fungen también como vías de acceso para el narcotráfico que afianza sus múltiples negocios en complicidad con la guardia nacional, la policía y el ejército que operan impunemente. El desplazamiento forzado por el avance de las organizaciones criminales en los territorios, el cobro de derecho de piso, las extorsiones, los reclutamientos forzados, las desapariciones y asesinatos, forman parte de una realidad social que atraviesa a cientos de personas.
En este contexto, la movilización desde abajo se vuelve imprescindible, así como la articulación entre movimientos, pueblos y personas que resisten desde los diferentes frentes a este embate, muestra de ello es la digna rabia y la organización de las madres buscadoras que se niegan a abandonar la esperanza y que en su búsqueda incansable encuentran la corrupción del sistema jurídico y el encubrimiento de funcionarios en las desapariciones, por lo que la solidaridad de las organizaciones sociales en las ciudades y en el campo es fundamentales para resistir al avance de las políticas neoliberales y fortalecer los distintos frentes por la defensa de la vida.
En presencia de este panorama lxs compañerxs visualizan la necesidad de ampliar los movimientos sociales y de su acción contundente y articulada para afrontar la tormenta que se viene, metáfora que el capitán insurgente Marcos ha empleado para nombrar el desastre que se avecina, por lo que como en todos los encuentros, hacen un llamado a la solidaridad y a reforzar las luchas en las distintas geografías.
La mesa rebeldía y resistencia Zapatistas, genealogía del común Zapatista, comienza por recordarnos que para comprender el caminar de la lucha Zapatista durante estos 31 años es imprescindible detenernos a escuchar la voz de las mujeres. Por lo que se compartieron las vivencias de algunas de las compañeras que forman parte de la organización y que han contribuido a la construcción de otras formas de relacionarse, de trabajar y de estar en el mundo, oponiéndose a la violencia machista dentro de las mismas comunidades. Esta mesa tuvo presencia de compañeras de 3 generaciones; las abuelas, las madres y las hijas, también estuvo presente la compañera Anselma de la comunidad Otomí residente en la Ciudad de México para compartir la lucha que la comunidad ha llevado a cabo desde la toma del INPI en el 2020 y para denunciar la violencia y represión que el estado ha ejercido en contra de la comunidad en respuesta a sus demandas.
La ley revolucionaria de mujeres fue un manifiesto y un posicionamiento frente al sistema patriarcal y las implicaciones que este tiene en su vida. Una de las primeras demandas fue el rechazo al uso de drogas y alcohol dentro de las comunidades porque en diversas ocasiones propiciaba la violencia de género y hacia las infancias. La organización de las compañeras indígenas Zapatistas es un referente histórico de resistencia, pues fue la respuesta a siglos de patriarcado y violencia colonial. La incorporación de las mujeres al proceso revolucionario significó la reivindicación de sus derechos; como el derecho a estudiar, a trabajar y a asumir cargos organizativos, aunque esto implicaba también la ruptura con muchos de los usos y costumbres que violentaban a las mujeres y les minaba la libertad. Las cooperativas de trabajo también les permitieron abrir brecha en el avance hacia la autonomía económica y fortalecer su redes de apoyo, así como propiciar espacios de diálogo y de reflexión para compartir sus vivencias, sentires y problemáticas. Las compañeras han asumido también cargos políticos no sólo en la comandancia si no como como agentes y comisarías regionales, a su vez, algunas de ellas trabajan en las áreas de salud, también han incursionado en las ciencias y las artes siempre desde un posicionamiento político.
La lucha de las mujeres ha significado no sólo la transformación de su propia vida, si no también la de sus compañeros, sus padres y sus hijxs, pues este camino les ha permitido cuestionar y modificar sus formas de relacionarse, estos cambios han sido fundamentales para trazar la ruta hacia la equidad dentro del movimiento Zapatista, a pesar del largo camino que aún queda por recorrer, las compañeras reconocen que han avanzado significativamente y que esta lucha continuará en manos de las siguientes generaciones.
En relación a la segunda parte de la genealogía Zapatista, se hizo un recorrido por la antigua estructura organizativa. El EZLN estaba conformado por el comité clandestino revolucionario Indígena al mando, los MARES o Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, que a su vez estaban bajo la representación de las Juntas de Buen Gobierno de las comunidades que formaban parte de los caracoles, cabe mencionar que los miembros de las JBG cumplían cargos rotativos los cuales eran revocables en cualquier momento en caso de ser necesario y debían rendir cuentas para cumplir con el principio del Mandar Obedeciendo. Durante 21 años, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional operó de esta manera caminando hacia la construcción de su autonomía. Lxs compañerxs compartieron sus experiencias en la organización bajo el esquema anterior, partiendo de señalar que en este camino de aprendizaje, de trabajo colectivo tomaron en cuenta los aciertos pero también las dificultades para replantearse otra forma de organización.
En relación al trabajo que han venido realizando lxs compañerxs para la construcción del buen vivir (El trabajo con la tierra, las cooperativas, la salud autónoma, la educación autónoma, la comunicación etc.) señalaron que las otras ciencias ciencias y las otras artes han sido fundamentales para cubrir las necesidades de trabajo, salud y alimentación, pero también para adquirir más herramientas para interpretar el mundo, para potenciar sus talentos y para poner su energía creativa al servicio de la lucha y la libertad, es por ello que no conciben ciencias y artes despolitizadas.
Ante la guerra, la muerte y la pasión por la destrucción de arriba atraviesa como una flor en el asfalto la construcción de autonomía de los pueblos Zapatistas a lo largo de estos 31 años, este proceso es a su vez, inspiración y fuente de aprendizaje para distintos movimientos alrededor del mundo y retoma lo que lxs compañerxs organizados en el istmo de Tehuantepec han denominado comunalidad, que se traduce en el conjunto de prácticas culturales que retoman la búsqueda de la resolución de la vida en común como base para la armonía entre los pueblos, que a su vez intentan habitar la tierra desde el respeto, pues se comprenden como parte de un todo. La apuesta por lo común.
Desde ese punto las, los y loas Zapatistas que han sido un movimiento capaz de cuestionarse así mismo, han apostado a la transformación de toda su estructura organizativa encontrando en el principio de la horizontalidad la piedra angular para desactivar los mecanismos que entorpecen la organización y que generan dinámicas autoritarias. La toma de decisiones a través del proceso asambleario exhaustivo es uno de los pilares de este nuevo mecanismo de democracia directa.
La actual estructura Zapatista se concentrará más en lo local, para ello, han designado a los Gobiernos Autónomos Locales GAL para cumplir comisiones organizativas en cada comunidad donde existan bases de apoyo Zapatistas, estas serán coordinados por los comisariados y agentes autónomos que estarán sujetos a la asamblea de cada pueblo y/o comunidad apegándose siempre a los principios del mandar obedeciendo.
La tarea bajo este esquema es continuar tejiendo nuevas formas de relacionarse, de trabajar y de construir colectivamente los otros mundos posibles desde la resignificación del sentido de lo común. Como parte de esta reestructuración lxs compañerxs han declarado el territorio Zapatista territorio común, está determinación implica un arduo trabajo político con las personas que viven en las comunidades y que no son parte de la organización Zapatista, pues lxs compañerxs han decidido brindar la oportunidad de trabajar las tierras recuperadas a todxs a aquellas personas desposeídas que estén dispuestas a adherirse a esta propuesta y respetar los acuerdos.
Esta nueva etapa de la autonomía nace para resistir con rebeldía y dignidad a los días más oscuros del imperio de la Hidra y nos hace pensar en la necesidad que tenemos como movimiento anarquista de hacer un recuento de nuestra historia, de las fallas, los aciertos y los desafíos para repensar las estrategias y visualizar los principios y horizontes comunes. Son una vez más la generación de hombres y mujeres indígenas quienes nos siguen enseñando desde su trinchera que es posible construir las bases del mundo nuevo que llevamos en nuestro corazón, frente a la destrucción capitalista que se propaga seguiremos reivindicando la lucha por la vida hasta que el sistema caiga.
~CATL